Es curioso lo que la inocencia o la ignorancia pueden llegar a conseguir. Hasta hace pocos años, nunca pensé lo que se dice seriamente en la muerte. Parte de culpa debe tener el hecho de que pierdas a un ser querido. En mi caso, esa situación, hasta la fecha, no ha ocurrido (y tocaré madera por ello).
Que hay un final para todos, es algo de lo que somos conscientes, sabemos que está ahi, hasta cierto punto y cada uno tendrá su punto de vista, positivo o negativo. De un tiempo a esta parte he notado un cambio respecto a mi visión sobre este tema. Adquirido por una parte a la edad, que por madurez, hace que te plantees ciertas cosas de otra manera y por otra, las experiencias vividas con personas muy allegadas a mi (para mi, lo que más me ha marcado). Con los de casa jamás pisé un tanatorio o cementerio, ni acudí a ningún funeral, quizás porque mi madre trataba de alejarme de estas situaciones. Sin embargo cuando empecé a ver como mis amigos pasaban por ese mal trago, todo cambió.
El conjunto de la dureza de esos momentos en los que se dice adiós para siempre a alguien que ha compartido tantas cosas contigo, precedidos por horas interminables y angustiosas en hospitales, me impactó. Despertaron en mi una sensación amarga. Me abrieron los ojos. Marcó el antes y el después en el concepto que yo tenía de la muerte.
A medida que, por desgracia, estas situaciones se iban sucediendo (la verdad es que hubieron unos años en los que la mala suerte se cebó en varias familias) sin darme cuenta, estaba aprendiendo una lección de valores. Me di cuenta de que todas las personas que yo quería, perfectamente podían desaparecer de un día para otro, incluso yo, quizás ya mañana dejara de pisar tierra firme. Supe realmente que aunque no hubiera pasado por algo así, no estaba exenta de pasar por ello. Y lo más duro, que algún día (espero que muy lejano) llegaría con total seguridad.
Así que desde que fuí consciente de ello, intento estar bien con los míos, valorar lo que recibo de ellos y darles todo el cariño que puedo de una manera u otra. Suelen venirme pensamientos a cerca de como sería todo si... alguien que yo quiero dejara este mundo de un día para otro, o cayera enfermo sin remedio. Inevitablemente comienzan a saltárseme las lágrimas e intento hacer desaparecer esa imagen tan fea que tengo en mente. Se va, pero luego me pregunto si podría superar una pérdida así, para siempre.
A lo que me contesto que NO. Sinceramente, no hay consuelo. Perder a tus padres, hermanos, personas tan arraigadas a ti, eso te marca de por vida. Está claro que tienes que seguir adelante pero esa maldita frase de que el tiempo pone todo en su sitio, es una farsa, porque jamás nadie volverá a llenar ese agujero que te queda en el corazón.
1 comentarios:
Ciao Jean, saludos de California! Como estas? Soy visitando su blog otra vez. Como siempre, tienes information muy interesante. Hay un final por todos pero no todos piensan sobre esos cosas. Gracias mi amiga,por presentando muchas cosas de que debemos pensar. Besos!
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